miércoles, marzo 28, 2007

Los asalariados soportan ya el 77% de la solidaridad fiscal.

Adjunto os proponemos un articulo publicado en El confidencial.com, en el que se viene publica un estudio que viene a corroborar nuestras tesis económicas, para la financiación de la RB.

¿Como seria la recaudación más justa y mejor? Con un impuesto al trabajo donde solo contribuyen los que obtienen ingresos declarados o con un impuesto al consumo donde todo el mundo contribuye según su consumo y uso real de los recursos comunes a excepción de la educación y sanidad.

Uno de los problemas más grandes al que nos enfrentamos es que no todo el mundo contribuye en igual medida y por eso los impuestos al consumo son más justos y más proporcionales. Además contra más alto es este impuesto más proporcional se convierte y por ello más progresivo y solidario ya que cada persona contribuye en función de los recursos reales que esta utilizando y no como ahora en funcion de lo que aporta con su trabajo y solo los declarados.

Articulo:

Casi todo el mundo lo sabe y el resto lo sospecha: las rentas del trabajo pagan más a Hacienda que las procedentes del capital o las generadas por actividades profesionales o empresariales. La novedad es que un trabajo publicado por el Instituto de Estudios Fiscales -dependiente de Hacienda- pone los puntos sobre las ies. Y lo hace hasta el extremo de que cuantifica en qué medida la solidaridad económica, entendida como la capacidad para redistribuir la renta entre los ciudadanos, recae fundamentalmente entre los asalariados por cuenta ajena afectados por una nómina mientras que, por el contrario, la aportación a la solidaridad de rentistas, profesionales y empresarios (siempre en términos de recaudación fiscal) se bate en retirada.

Los datos se refieren al periodo 1992-98, cuando estuvo vigente un IRPF que estructuralmente no ha cambiado ya que las reformas fiscales aprobadas por el Partido Popular no han afectado a la naturaleza dual del impuesto. Es decir, las rentas de trabajo tributan de forma progresiva -en función de una escala de gravamen que ahora se sitúa en un máximo del 43%- y las del capital lo hacen de forma proporcional (antes al 15% y ahora al 18%).

Pues bien, según los autores del estudio, “las rentas del trabajo personal han aumentando intensamente su contribución a la redistribución en más de 14 puntos porcentuales”, alcanzando en 1998 el 76,6% de la capacidad de solidaridad del impuesto. El resto, hasta el 100%, lógicamente, lo aportaron las rentas empresariales y profesionales, pero “con participación decreciente a lo largo del periodo de casi 1,5 puntos”, sostienen los autores del estudio, los profesores Luis Ayala, Jorge Onrubia y María del Carmen Rodado.

Regresividad del capital

En cuanto a las rentas del capital, su comportamiento ha sido claramente “regresivo, como señala el estudio, toda vez que su contribución “ha mostrado año tras año una importante caída” dando lugar a partir de 1995 a aportaciones negativas a la redistribución de la renta, “al operar su gravamen de forma regresiva”. La conclusión que sacan los autores del estudio es que la concentración de la progresividad del IRPF descansa en las rentas del trabajo.

Para incidir en esta idea, el informe destaca que, en relación con la evolución de la contribución de cada fuente a la formación de la cuota impositiva, los resultados revelan como las rentas del trabajo han aumentado su participación, incluso por encima de su peso relativo en la renta total. Dicho en términos reales, los salarios generan casi un 82% de la cuota líquida del Impuesto sobre la Renta. Como consecuencia de ello, se ha producido “un notable desplazamiento” de las cargas fiscales, que ha sido especialmente intenso en las rentas del capital, “que prácticamente han visto reducida su contribución a un tercio en los siete años analizados”.

Lo más sorprendente, con todo, es observar como la desigualdad de la renta ha aumentado “año tras año”, con la excepción de 1994, debido a la recesión del año anterior. Para alcanzar esta conclusión se utiliza el índice Gini, el instrumento que mejor mide la falta de equidad de una sociedad. En una escasa del 0 al 1, se entiende que las naciones más igualitarias se acercan al valor cero, y se alejan de ese punto según aumente los desequilibrios en términos de renta. Se entiende en términos teóricos que si un país alcanza el índice 1 es que todos los ingresos están en manos de un perceptor. Desde esa perspectiva, la desigualdad de la renta después del IRPF muestra un crecimiento anual a lo largo del periodo de 0,0056 puntos de Gini para España, dice el informe.

La conclusión a la que llegan los autores es que más de las tres cuartas partes del potencial redistributivo del IRPF procede de las rentas del trabajo, lo que ha permitido absorber “el impacto negativo generado en la distribución por la creciente regresividad de las rentas del capital”.

sábado, marzo 24, 2007

FIN DE LA POBREZA

Fin de la pobreza y nacimiento de la Renta Básica

De un tiempo a esta parte encontramos libros voluminosos que nos hablan de «La Revolución de la Riqueza», «El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste», incluso de «Cómo cambiar el mundo. Los emprendedores sociales y el poder de las nuevas ideas». Hasta el hambre se han transformado en ocasión de negocio. A pesar de ello, ¿Cuántos políticos y «expertos en humanidad» no aplican recetas archifracasadas contra el paro y la pobreza, novedades de impacto social reducido, como los microcréditos, o se limitan a recitar la necesidad de nuevas soluciones imaginativas sin apuntar un perfil claro de las mismas?

Los columnistas rebosan buenas intenciones, afirmando que debe mejorarse el conocimiento «para que el bienestar de una sociedad tecnológica alcance a todos y se reduzca la pobreza». Pero, mientras sesudos doctores gastan el tiempo en describir síntomas y causas de un mundo que se derrumba, y en exhortaciones morales para afrontar los problemas, la Asociación Renta Ciudadana (ARENCI) aporta al debate público una medida estrictamente económica de amplio impacto social: La Renta Básica de Ciudadanía. Consiste en dar a cada ciudadano residente de pleno derecho -no a los extranjeros- un dinero para la subsistencia, independientemente de su situación laboral o de cualquier otra circunstancia. La cantidad a percibir, individual y mensualmente devengada, se modulará según la edad del perceptor y será una constante al compás del PIB que se establece sobre el umbral de la pobreza (el 50% de la renta media del área geográfica de referencia, 421 para la zona euro en diciembre de 2003). Tan pocas líneas no dan para detallar el papel del sistema de bancos centrales en la propuesta, ni la estrategia de financiación a través de un IVA europeo homologado y de una tasa sobre la especulación (al estilo del impuesto que propuso recientemente Nicolás Sarkozy, candidato a la presidencia francesa). Nos basamos en la Teoría Alternativa, un nuevo planteamiento de economía política que supera, incluyéndolos, conocidos razonamientos tanto socialistas como liberales.

Hemos elevado nuestra propuesta al Parlamento Europeo, donde han empezado a estudiarla en las comisiones de Empleo y Asuntos Sociales; en la de Presupuestos y, más recientemente, en la de Medio Ambiente. En España, empantanados con el nacionalismo, el terrorismo de la ETA, y próximas las elecciones municipales, todavía no se ha iniciado en el Congreso la comprometida Subcomisión de estudio sobre la Renta Básica. Y eso que, a tenor de la resolución nº 85 del debate sobre el Estado de la Nación (11/05/2005): «El Gobierno deberá colaborar con el funcionamiento de esta Subcomisión aportando la documentación e información necesaria para el desarrollo de sus trabajos».

Los políticos de aquí hablan mucho de investigación, desarrollo e innovación, pero no han podido estudiar nuestra propuesta económica; ni siquiera la presentada en 1986 por los belgas Philippe Van Parijs y Robert J. Van der Veen (Universidad Católica de Lovaina) desde un criterio filosófico-moral. Les falta tiempo para anunciar innumerables inversiones que traerán cientos de puestos de trabajo, pero sin discernir si se corresponden con las necesidades de producción, si son rentables o meramente parasitarios. Por no renovar la mentalidad, están ofreciendo humo y persistiendo en el error: «el empleo por el empleo» fuera de la función económica (crear bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas). Desconocen la nueva teoría, según la cual es más razonable, fácil y eficaz implantar la Renta Básica para erradicar la pobreza que seguir dando subvenciones a fondo perdido con tal de crear empleo. Se crea así más dependencia, rentable en «voto cautivo» para quienes conceden o tramitan las «ayudas y favores». El coste es muy alto, en desarrollo sostenible, en igualdad de oportunidades, en transparencia política, en paz y bienestar social, y hasta en felicidad. Por el contrario, la Renta Básica anularía la «dependencia económica» de parados, mujeres y jóvenes; eliminaría el sinsentido del sufrimiento por miedo al despido (Delphi, Enervisa, Antibióticos…), y el enorme coste de oportunidad que supone la lucha por mantener miles de empleos innecesarios en la banca, la minería, la siderurgia, o en ciertos sectores de la administración. Con ella se haría realidad el compromiso del Sr. José Luis Rodríguez Zapatero, en su carta electoral para marzo de 2004: «el crecimiento económico equilibrado, no para beneficio de minorías, sino para lograr una sociedad más justa y próspera para todos». Un compromiso, por otra parte, perfectamente asumible por todos. Quedamos a su disposición en arenci@hotmail.com Dense prisa, señores políticos: ¡Viajeros, al tren!

viernes, marzo 16, 2007

La renta básica, o la revolución de la igualdad

Don José Luis Rodríguez Zapatero promete una revolución social con la nueva «Ley de Igualdad», cosa muy de alabar. ¿Pero lo hace de una manera respetuosa con la libertad de empresa y la economía de mercado? Hay sombra de dudas.

Nuestra propuesta de Renta Básica Europea incide directamente en la solución del problema de injusticia social contra las mujeres que plantea la nueva ley. Pero lo hace de una manera muy distinta y totalmente respetuosa con la libertad de empresa y la economía de mercado. El interés por la igualdad y el estudio de nuestra propuesta de Renta Básica de Ciudadanía van parejos. La idea va calando poco a poco en los políticos, desde que saltó a los medios de comunicación, a raíz de la admisión a estudio por parte del Parlamento Europeo. Algunos, como Santiago Ordóñez, coordinador local de Izquierda Unida en León, han aceptado el reto de estudiar la propuesta y dialogar (Cf. «La Renta Básica, o la revolución de la economía política», El Mundo/La crónica de León 19/9/2006).

Lo más corriente, hasta la fecha, es que, desde la obcecación ideológica y doctrinaria -y no desde el razonamiento científico sobre los datos empíricos de la realidad-, a derecha e izquierda del espectro político se rechace, descalificándola sin más. Nos atribuyen incluso ideas de su imaginación, como que pedimos que se dé a los emigrantes, cuando ARENCI ha rechazado expresamente esta posibilidad. Nuestro rechazo obedece a diversas razones completamente ajenas a una injusta discriminación por raza, cultura y demás: «si a cada uno que llega de fuera se le diera una paga, más que básica sería de lujo ante el cambio de moneda y el nivel de vida inferior del país del que parte». Sería deformar el contenido y el sentido técnico de la Renta Básica que, desde nuestra perspectiva, se entiende como «un ajuste del mercado, que sirve para equilibrar el desarrollo financiero del sistema productivo». Además, «Aplicar la Renta Básica ha de llevarnos a prevenir las causas de la inmigración, no a querer paliar sus efectos espectacularmente, pues haría fracasar tal medida». Consideramos que el inmigrante recibe el equivalente a la Renta Básica «con todos los derechos de ciudadanía garantizados, y con un pluscapital mínimo que le va a permitir invertir y hacerse con una propiedad en su país, sin esfuerzo añadido, con el simple cambio de contexto». Las citas, literales, están tomadas de Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de la Renta Básica y la «perestroika» del capitalismo (Madrid: Entimema, 2003, pp. 155-157). Justo es que la gente conozca la fuente original de la propuesta admitida a estudio por el Europarlamento y, en este caso, su incidencia sobre la igualdad.

El rechazo doctrinario desde la izquierda se debe a que somos defensores del libre mercado y de la libertad de empresa; y a que, en consecuencia, rechazamos la política actual de subvenciones y el intervencionismo del estado. Nuestra propuesta halla fundamento en economistas liberales clásicos como John Stuart Mill, incluso en los estudios de un ultraliberal como Hayek (ver Inflación y pleno empleo, Unión editorial, Madrid 1976). De la Escuela de Friburgo (Ordoliberal), también liberal, pero opuesta a la Escuela de Chicago (ultraliberal), asumimos el concepto de «Economía social de mercado», puesto al día en su aplicación. En ella se encuadran economistas tan relevantes como Ludwig Erhard (1897-1977), padre del aplaudido «milagro alemán» y famoso por querer «Unir el principio de libertad de mercado con el de equilibrio social».

El rechazo equivalente por la derecha se debe a que olvidan, interesadamente, buena parte de los fundamentos económicos liberales que dicen tener. A liberales y neoliberales no les gustan nada nuestras afirmaciones sobre la conveniencia de pagar impuestos, que estos deban ser progresivos y que el fruto de la especulación ha de contribuir proporcionalmente a financiar el bien común. John Stuart Mill, ya a mediados del siglo XIX, defendía la necesidad de una profunda transformación de la propiedad individual, introduciendo mecanismos de mejora del propio sistema económico para conseguir la completa participación de todos los miembros de la comunidad en las ganancias que de ella se derivan. Según él, las leyes del mercado dependen de la oferta y la demanda, pero no así la distribución, cuyas consecuencias incita a estudiar y lo conveniente que sea o no. La distribución depende de las instituciones humanas, de las leyes y de las costumbres de la sociedad (el reparto o no de la riqueza es opción ideológica). La derecha prefiere callar esto. Por otra parte hoy, al contrario de lo que ocurría en tiempos de Stuart Mill, la ciencia anticonceptiva evita la explosión demográfica, lo cual permite introducir sin temor la Renta Básica como criterio de distribución previo al mecanismo del mercado, para que luego la oferta y la demanda entren en una relación de intereses mutuos.

Tampoco representamos, como creen algunos, una «tercera vía» conciliadora entre socialismo y neoliberalismo. La Renta Básica no consiste en un modelo socialista reformado ni en un modelo liberal también revisado, ni es las dos cosas a la vez sino que, siendo una evolución de ambas, tiene entidad propia; surge del desarrollo evolutivo, mediante un proceso dialéctico en el sentido más estrictamente hegeliano, algo nuevo, diferente y diferenciado que no es la mezcla de las causas de que surge. Ante el debate sobre las medidas neoliberales, basadas en el monetarismo, como antítesis del keynesianismo, la Renta Básica aparece como la síntesis de ambas políticas económicas, superando a ambas e integrándolas al mismo tiempo, lo cual es el fundamento teórico necesario para enraizar la Renta Básica con la realidad económica de nuestra sociedad y su evolución en la historia; es el resultado del crecimiento económico y es el límite que permite hacer sostenible el desarrollo; pues «la racionalidad del mercado exige una base financiera repartida de manera general, una especie de plataforma económica en donde se instale y cimiente el mercado para que luego se desarrolle por sus propios medios » ( Oc. p. 396).

ARENCI aporta una vía alternativa o, en todo caso, una «cuarta vía» empapada del espíritu científico de esas personas que piensan la economía a pie de calle, sean amas de casa, pastores en Babia o catedráticos en la universidad. Propugnamos una medida estrictamente económica que otros han de formular en términos de derecho y de política social. Ahora bien, por sus amplias consecuencias en todos los niveles de lo social (en lo económico, en lo político y en lo cultural, etcétera), la Renta Básica supone una nueva conquista ciudadana que amplía el «Reino de la Libertad» y hará más llevaderos los problemas personales y sociales derivados de la necesidad. También contribuirá a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, que es de justicia alcanzar. Muchas gracias.

Atentamente.

Horacio García Pacios, presidente de ARENCI-León y Castilla, trabajador social

miércoles, marzo 07, 2007

Sobran las palabras

Desde este Blog agradecemos a la revista El Jueves(www.eljueves.es), por su sensibilidad y hacerse eco de las reivindicaciones sociales. Y en especial a Carlos Azagra por deleitarnos con esta estupenda viñeta.



viernes, marzo 02, 2007

Estatuto del Trabajador Autónomo

Hace 25 años que se aprobó el Estatuto de los trabajadores y hasta la fecha, los trabajadores autónomos que suponen una sexta parte de todos los trabajadores, se han encontrado en gran medida desprotegidos por el estado del Bienestar, al no disponer de los mismos derechos que los trabajadores asalariados. Dicho con otras palabras cualquier persona disponía técnicamente de más derechos y oportunidades sociales que cualquier trabajador que estuviera dado de alta en la seguridad social como autónomo.

¿Que va a posibilitar el Estatuto del Trabajador Autónomo?

Entre otras cosas va a significar un gran avance para el colectivo de los autónomos porque van a disponer de un reconocimiento de interlocución a través de sus asociaciones con el Ministerio de Trabajo.

Quizás el problema de los trabajadores Autónomos haya sido la heterogeneidad de sus profesiones e intereses, las que han hecho que la administración no los considerase como interlocutores y no se les tuviera en cuenta, pese a ser casi tres millones de personas y representar un porcentaje muy significativo de nuestro PIB.

El hecho de estar tan divididos les restaba el peso y representatividad, en las instituciones y en la sociedad del que realmente les corresponde.

El nuevo estatuto supone un avance pues se unen por lo mínimo, por el interés social y el estado de bienestar y se posibilita una ligera equiparación con el resto de trabajadores posibilitando a su vez que las asociaciones que defienden a este colectivo, puedan elaborar planes de formación especifica, proporcionando a este colectivo el acceso a una formación profesional cualificada para poder aumentar la productividad y permitirles poder competir en una economía cada vez más globalizada.

El director general de Economía Social, del Trabajo Autónomo y del Fondo Social Europeo, Juan José Barrera Cerezal, dentro de una presentación mantenida en la ciudad de León sobre el Nuevo Estatuto del trabajador Autónomo, propugnaba sobre la necesidad de previsión por parte de los trabajadores Autónomos de cara a cotizar para disponer de una adecuada cobertura de sus riesgos laborales y realizar unas cotizaciones que les permitieran tener una pensión digna extrañándose de que la mayoría cotizase por lo mínimo y en cambio se mantuvieran planes de pensiones en entidades bancarias. Sobre esto último he de decir a titulo personal que el actual sistema de cotizaciones no es el más idóneo, pues permite cotizar por el mínimo y al alcanzar los 50 años pagar el máximo posible dentro de las posibilidades de cada negocio para disponer de una pensión máxima. Puesto que lo que se cotice antes de los últimos 15 años no es tenido en cuenta por el actual sistema.

Además el sistema económico imperante nos esta recordando diariamente a través de la prensa, la necesidad de mantener planes de pensiones privados ante el riesgo de que no sea viable de aquí a no se sabe cuantos años el actual sistema por lo que no es de extrañar que los autónomos como buenos ciudadanos sigan los buenos conejos. .

Y ustedes se preguntaran que tiene que ver el estatuto de los trabajadores Autónomos con la Renta Básica.

En primer lugar nuestra propuesta de financiación de la Renta Básica, consiste en financiar el estado de bienestar con cargo a los impuestos al consumo y a la denominada TASA RB, esto eliminaría todos los considerados gastos por los trabajadores autónomos del actual sistema y se equipararían de facto con cualquier trabajador. De hecho no existiría ninguna diferencia entre ningún trabajador, puesto que el trabajo será libre y por lo tanto cada persona podrá trabajar en lo que quiera si dispone de la capacitación laboral correspondiente.

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Nuestra propuesta de financiación de la Renta Básica haría más competitivos a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas que suponen el 80% del tejido productivo de nuestro país. Al equiparar la carga impositiva de los productos importados con los productos nacionales. Esto permitirá competir a todos en igualdad de condiciones impositivas en un mercado Europeo y global.

De hecho esta nueva sociedad del conocimiento plantea nuevos retos a los autónomos puesto que obliga a una actualización permanente ante el vertiginosos cambio de los procesos motivados por el enorme progreso de la Tecnología y las ciencias de la Información, que permiten un trasvase de conocimiento desde los centros de investigación hacia los clientes instantáneo, lo que proporciona a su vez que los consumidores se encuentren mejor informados y sean cada vez más exigentes.

Como bien argumenta el Prof. Werner actualmente quien más trabaja, quien más contribuye a la sociedad el bienestar se ve frenado por los impuestos y quien más consume quien más recursos utiliza se ve beneficiado. Nuestra propuesta hará que ser autónomo sea rentable, pues el trabajar no será gravado con impuestos.

Además al disponer toda persona de una Renta Básica esta servirá de colchón para la iniciativa emprendedora y posibilitara el ingreso de nuestra sociedad en la riqueza del conocimiento.